Circunda una queja el vértice de mi boca,
cómplice del silencio que ata mis razones.
Profano una promesa sin nombre
en la tertulia perenne de mis noches
cuando evoco la soledad.
Intento perforar las barreras del olvido,
engendrar nuevamente el níveo cuerpo
de tu semilla entera...
despoblarme de grafemas tristes
y volverme ecolalia en tu canción.
Abre tus manos...
déjame vivirte.