Con lágrimas diplomáticas abaniqué un suspiro detras del biombo, me tocó resbalar por la cordura hasta las molduras de tus pies. Hizo un alto la tertulia de tus ojos, desangrando apariencias sobre mis andamios. Quise extraviarme entre la nada de tus cejas, ataviarme de locura, cegar mis culpas, sin embargo, me levanté